La innovación en la agricultura ecológica puede ser un incentivo para que los jóvenes vuelvan a interesarse por la vida rural, dijeron hoy en Roma expertos y activistas a favor de este modelo alternativo de producción.
Emile Frison, miembro del grupo internacional de expertos en sistemas alimentarios sostenibles IPES Food, expresó su admiración por los jóvenes que se han decantado en los últimos tiempos por repoblar el campo y emprender iniciativas acordes con los principios de la agroecología.
«Es una cuestión de innovación. Se trata de saber cómo funcionan los sistemas naturales y combinarlo con los conocimientos tradicionales», afirmó Frison en un acto en la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Los países miembros del Comité de Agricultura de la FAO deben decidir esta semana si respaldan una iniciativa de la agencia para fomentar más la agroecología y si aceptan los elementos que la componen para la transición hacia una agricultura más sostenible.
La agroecología nació como una disciplina científica centrada en las interacciones biológicas entre los elementos del ecosistema y la agricultura, y ha ido aportando principios para gestionar los ecosistemas agrícolas, incluyendo territorios y comunidades.
Una de sus características es la diversidad frente a la uniformidad de los sistemas alimentarios, lo que, según Frison, puede ayudar a cumplir 13 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible pactados por la comunidad internacional para 2030.
Otros elementos hacen alusión a la creación compartida de conocimientos, las sinergias entre diferentes actores, la eficiencia, la cultura alimentaria, la resiliencia, los valores sociales, la gobernanza responsable y la economía circular, añadió el experto de la FAO Hans Dreyer.
Antes de que ciertos gobiernos se interesaran por promover la producción ecológica, un movimiento social comenzó en 2002 en la India a actuar «conforme a los principios de la tradición y el conocimiento de los bosques», dijo la presidenta de una asociación de agricultores de ese país, Chukki Nanjundaswamy.
Pusieron en marcha lo que denominó «agricultura natural de presupuesto cero», una serie de métodos que ganaron adeptos en el sur de la India, particularmente en el estado de Karnataka, y que persigue «la total autonomía de la producción de alimentos sin usar químicos», según la activista.
Ese tipo de agricultura busca igualmente acabar con la dependencia de los préstamos y el círculo vicioso de la deuda que tanto afecta a los agricultores indios en un contexto de altos intereses y costes de producción, precios volátiles y privatización de semillas.