Carmen Quintanilla Barba / Diputada Nacional del Partido Popular, Presidenta nacional de AFAMMER y Presidenta comisión mixta contra las drogas
Preguntado por el sentido de la Corona, respondía hace años su Majestad el Rey Don Juan Carlos que “la Monarquía Parlamentaria ha dado a España el periodo de estabilidad política más largo y fructífero de su Historia” y hoy debemos recuperar su respuesta para hacer frente a las continuas afrentas de las que está siendo objeto la Corona y que pone en peligro el bienestar de todos los españoles.
Estos desaires, personalmente, me llenan de dolor e indignación porque quienes vivimos los años de la Transición democrática sabemos perfectamente el papel fundamental que desempeñó Don Juan Carlos para que en España, tras un largo régimen de 40 años, se pudieran sembrar las bases de una democracia sólida y de consenso, que sirvió para cerrar las heridas de una guerra y de las distintas formas de pensar que convivían en forma de odio en nuestro país.
Gracias a este proceso y al desempeño de nuestro Monarca, hoy los ciudadanos de nuestro país podemos sentirnos libres, disfrutando de nuestros derechos, que se han cultivado durante más de tres décadas, y que ahora tienen al Rey Felipe VI como garante de unidad y estabilidad para el futuro de España.
No podemos olvidar la historia y debemos ser agradecidos y honestos con quienes han convertido a España en un país donde vivir en paz, donde poder desarrollar nuestros sueños y que nos ofrece la posibilidad de disfrutar de una democracia real y reconocida en todo el mundo, en un proceso de transformación iniciado por Su Majestad el Rey Don Juan Carlos, junto a Adolfo Suárez, que fue respaldado por el respeto del pueblo español y suscrito en la Constitución de 1978.
Fue nuestro emérito Rey, como Jefe del Estado Español y como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, quien puso fin al intento de golpe de Estado que hizo tambalear los cimientos de la todavía joven democracia española aquella tarde del 23 de febrero de 1981.
Solo la ignorancia más absoluta, la interpretación sesgada y manipulada de la historia y un claro interés por cambiar la forma de Estado pueden explicar el comportamiento repulsivo de algunos personajes violentos, algunos con cargos políticos, que no deben justificarse porque intentan acabar con una mayoría que apoya y respeta la figura de la Monarquía en nuestro país y que fue instaurada con el consenso del pueblo a través del texto constitutivo del 78.
Tanto el Rey Don Juan Carlos, como Don Felipe en estos momentos, han dado muestras más que sobradas de ser los Reyes de todos los españoles, sin excepción, hasta de aquellos que queman y ultrajan la imagen de la Corona y que dicen sentir vergüenza de su país, silbando el himno o quemando su bandera, actos que en otros países suponen duras penas de cárcel y que aquí confundimos como una equivocada libertad de expresión.
No deben confundirnos los ataques de la república bananera que busca sacar tajada de los asientos políticos alquilados. Hay que actuar con prudencia, de forma democrática y con absoluto respeto a la Constitución y a la Corona, pues solo buscan romper la estabilidad de España.
Echar un vistazo al ámbito político internacional hace que sintamos orgullo al reconocer el prestigio de nuestra Casa Real fuera de nuestras fronteras, donde ejercen como los mejores embajadores de nuestro país, gozando del cariño y el respeto del resto del mundo, con excelentes relaciones con los países iberoamericanos, con los monarcas europeos, musulmanes y orientales. Todo ello ha permitido abrir infinidad de puertas a España en el marco de la comunidad internacional, no solo a nivel político, sino a nivel cultural y económico.
Por todo ello, en estos momentos difíciles para toda la Casa Real, con el tema catalán como telón de fondo, muchos españoles sentimos la necesidad de expresar a Su Majestad el Rey Felipe VI, nuestro más sincero reconocimiento, agradecimiento y apoyo, esperando que otros demuestren con más ahínco el respeto que le deben y que tiene que ser ejemplo para el resto de españoles.
Respetar la Corona es respetar el proceso democrático más brillante y de más unión de nuestra historia, depositando en ella las esperanzas para las generaciones futuras, que seguro disfrutarán de la misma estabilidad institucional y las mismas ganas por hacer de España un país mejor.