Las abejas de la provincia de Castellón se encuentran acorraladas a causa del cambio climático, que ha provocado una merma de la población de hasta un 50%, y el consiguiente aumento de los robos de colmenas en la zona, con más de 1.500 sustraídas a lo largo del año pasado.
Así lo han explicado a Efe el presidente de la Asociación de Apicultores de Castellón, Néstor Pascual, y el jefe del Equipo Roca de la Guardia Civil de la comandancia de Castellón, Antonio Negreiro, que coinciden en advertir del grado de organización que tienen este tipo de ladrones, que conocen bien el sector y saben cómo actuar.
En una colmena en el término municipal de Castellón de la Plana, estratégicamente escondida entre huertos de naranjos, Pascual lamenta la deriva a la que se han visto abocados los apicultores castellonenses.
Un polinizador vital
La abeja es un insecto vital para la supervivencia del ser humano ya que el 75% de los alimentos que consumimos depende de la polinización, aunque el 37% de las poblaciones de abejas en Europa está en riesgo, según el informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas de Greenpeace.
Pascual asegura que la principal problemática a la que se enfrentan las poblaciones de abejas es el cambio climático, que sumado a otros factores, como la pérdida y deterioro de hábitats, los parásitos y enfermedades y las especies vegetales y animales invasoras, ha hecho que se haya mermado la población en Castellón en un 50%.
Este descenso ha disminuido la cantidad de colmenas necesarias para que los apicultores puedan desarrollar su actividad; para los invernaderos, que las necesitan para la polinización, y para la producción de polen, por lo que “los ladrones profesionales de colmenas han empezado a actuar”.
“Un 60 % de las colmenas desaparece en la producción de polen”, señala Néstor Pascual, por lo que “eso hay que repoblarlo y entonces están los profesionales del hurto, que ya saben lo que tienen que robar y qué precio tiene”.
Robos de abejas
Pascual explica que cuando se acaba la temporada en Castilla y León o el norte del Maestrazgo, y cuando empiezan a recoger para pasar el invierno, estos delincuentes “empiezan a robar”.
Luego ocurre lo mismo en primavera, cuando “vuelven a aparecer los mismos y se te llevan las otras que te quedan”, agrega.
“Es una paradoja”, asevera el presidente de la Asociación de Apicultores, el hecho de que “haya compañeros de oficio que se dedican a robar”.
El año pasado, según Pascual, se robaron 1.500 colmenas, que estaban cubiertas por los seguros, por lo que el número podría ser mucho mayor, cada una con un precio valorado en unos 120 o 150 euros, pero con un precio real de 200, asegura para advertir de que de los casi 400 apicultores de la provincia, “la mayoría se han visto afectados por estos robos”.
Para el jefe del equipo Roca de la Guardia Civil, estos delincuentes, que actúan muchas veces en grupos organizados, ya tienen “colocado” previamente lo que roban.
Los autores, ha explicado, “son personas especializadas en el sector, que conocen muy bien la zona y que normalmente trabajan de noche, cuando las abejas están durmiendo”.
Recientemente se han producido incautaciones de hasta 360 colmenas que habían sido sustraídas en la provincia, con un valor de más de 100.000 euros, señala Negreiro.
Además, al haberse incrementado los robos de colmenas también lo ha hecho la receptación por bandas organizadas o por particulares que borran el número de serie de las colmenas y las venden sin factura, por lo que el responsable insiste en la necesidad de denunciar estos hechos y de grabar bien las colmenas para facilitar el trabajo de la Guardia Civil.
(Texto: Cristina Yuste / Efeverde)