Unión de Uniones, con el objetivo de conseguir un mejor control de población y prevención de los daños ocasionados a la agricultura y ganadería que provoca la sobrepoblación de fauna silvestre, especialmente de conejos como se ha denunciado repetidamente en las semanas pasadas, ha presentado a los grupos políticos una enmienda a la Ley de Presupuestos Generales del Estado para que el Gobierno coordine su actuación con las comunidades autónomas más afectados e incluya partidas destinadas a tal fin.
La organización resalta que esta situación se produce con mayor frecuencia en aquellas cercanas a terrenos o infraestructuras cuya titularidad o responsabilidad de gestión es pública, tales como taludes de las autovías y vías ferroviarias, dominio público hidráulico y áreas protegidas por normas medioambientales, muchas de ellas subordinadas a la Administración General del Estado. En estas zonas, la fauna silvestre no puede ser molestada y encuentra en ellas refugio y desde ellas se reproduce y provoca innumerables daños a las explotaciones agrarias.
Unión de Uniones considera que las medidas adoptadas hasta ahora, fundamentalmente declaraciones de emergencia cinegética, no han servido para atajar un problema que cada año afecta a más zonas y de manera más intensa.
achacaN la ineficacia de las medidas tomadas a la deficiente coordinación entre las autoridades competentes
La situación de alarma provocada por la fauna silvestre en sus diferentes vertientes se extiende a prácticamente todo el país, pero particularmente a regiones como Castilla-La Mancha, Andalucía, Extremadura, Madrid, Cataluña, Castilla y León, Comunidad Valencia y Rioja y, en este sentido, tampoco las líneas indemnizatorias compensan todos los perjuicios ocasionados, ni lo hacen a tiempo.
Por otro parte, la sobrepoblación no sólo es fuente de perjuicios económicos al sector agrario por destrucción de cultivo o ataques al ganado y contaminación de enfermedades, sino que también entraña otros riesgos, causando accidentes de tráfico por invasión de las carreteras, en el caso, por ejemplo, de manadas de jabalíes, o poniendo en peligro incluso la integridad de las propias infraestructuras, como en el caso del conejo debido a las profundas galerías que socavan en los taludes de autovías y vías de tren.
Unión de Uniones achaca la ineficacia de las medidas tomadas a la deficiente coordinación entre las autoridades competentes y a la ausencia de medidas de limpieza, control de población y prevención en las áreas de titularidad del Estado.
Por tal motivo, ha pedido a los grupos políticos que enmienden la Ley Presupuestos Generales de manera que en las cuentas de los Ministerios y Organismos Públicos afectados se incluyan las partidas que sean necesarias para realizar limpiezas, llevar a cabo controles de población y adoptar otras medidas de prevención de daños en aquellas infraestructuras y áreas que sean de su responsabilidad y durante los ejercicios que sean necesarios hasta reconducir el problema a niveles sostenibles. Igualmente, en su propuesta, se insta al Gobierno central a que se coordine y colabore con los autonómicos en esta cuestión.
Por último, la organización reconoce el desasosiego de agricultores y ganaderos ante una situación que compromete año tras año la rentabilidad de sus explotaciones y les pide que no cesen en la defensa de sus reivindicaciones, al tiempo que censura cualquier acto de indignidad contra los animales que banaliza el problema y dificulta la búsqueda de soluciones.
Los destrozos producidos por la fauna salvaje no son quantificados por las administraciones, quienes prefieren escuchar a los ecologistas ( cada vez en mayor número pero desconocedores de la realidad), que a los propios agricultores.
¿ Qué decir de la inmensa poblaciónde jabalies que destroza campos y que, al ser omnívoro, también ataca rebaños de ovejas y corderos recién nacidos?
Los ciervos y demás ungulados campan a sus anchas por los campos de cultivo comiendo todo aquello que el ganadero ha sembrado para su ganado.
Conejos, topos, corzos, cuervos, torcaces… y toda especie que cuando su población es la adecuada para el territorio, no es mala en sí misma, pero cuando sobrepasa en número se convierte en una de las peores pesadillas
Capítulo aparte merece el lobo y el oso. Si la Administración desea la «cohabitación» con el ganado, que empieze a pagar por su daños i el lucro cesante. Aún así los ganaderos no nos resignaremos a ver mermados nuestros rebaños y producciones por que determinados grupos puedan presumir de la conservación de la fauna salvaje.