La Mesa Nacional de Frutos secos (integrada por las organizaciones agrarias ASAJA, COAG y UPA, Cooperativas Agro-alimentarias de España, y la Asociación Española de Organizaciones de Productores de Frutos Secos y Algarrobas, AEOFRUSE) reclama al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente el mantenimiento y mejora de la ayuda a la superficie de frutos de cáscara, que se venía otorgando desde hace más de 10 años y que el Ministerio ha decidido eliminar de manera unilateral y sin atender a las peticiones del sector, mediante la publicación del Real Decreto 980/2017.
Desde la Mesa Nacional de Frutos Secos entienden que, «en este momento, con mayores disponibilidades presupuestarias y en reconocimiento a la importancia del sector, dicha ayuda tendría que mantenerse, aumentar su presupuesto, así como focalizarse para aquellas plantaciones de frutos de cáscara en secano».
Al amparo del Ministerio, las administraciones regionales también han reducido o eliminado la ayuda a la superficie
En los últimos años, la administración estatal ha ido reduciendo de forma considerable la dotación de esta ayuda lo que, añadido al aumento de la superficie de frutos de cáscara, ha provocado que en la actualidad el importe de esta ayuda sea muy pequeño (alrededor de los 9€/ha). Esa situación, que inicialmente tenía un cariz coyuntural por la situación económica general, ha servido de excusa para la eliminación de la ayuda cuando la posición estratégica del sector para la agricultura española no ha variado, siendo un cultivo de gran transcendencia desde el punto de vista ambiental, social y económico.
Por otro lado, las administraciones regionales también han reducido o eliminado la ayuda a la superficie. La Mesa quiere incidir en la necesidad de recuperar dicha ayuda también a nivel de las comunidades autónomas.
Sólo el cultivo del almendro, una de las producciones incluidas en esta ayuda estatal que ahora se ha eliminado, ocupa una superficie de más de 430.000 ha en España, de las cuales el 84% están cultivadas en secano con rendimientos significativamente menores que en el regadío, lo que deriva en unos escasos ingresos y baja rentabilidad. Se trata de una producción localizada principalmente en parcelas ubicadas en zonas con baja pluviometría y lugares con pendientes elevadas y zonas con alto riesgo de heladas, siendo en éstas la única alternativa productiva, además de ser un cultivo eficaz en la lucha contra la erosión, desertización y la mejora del paisaje. El cultivo de frutos de cáscara y las actividades ligadas a él, tienen una gran relevancia desde el punto de vista social y económico en el medio rural, generando tejido social, empleo y ayudando al desarrollo de la población en el territorio.