El 54% del emprendimiento ha estado liderado por las mujeres rurales, frente al 30% de los casos en el ámbito urbano. Sin embargo, esta apuesta del colectivo femenino rural se ha visto frenada, en muchos casos, por falta de infraestructuras, comunicaciones deficientes, carencia en nuevas tecnologías, necesidades formativas y una sociedad condicionada por fuertes arraigos tradicionales.
Desde AMFAR queremos aprovechar esta efeméride para reivindicar la puesta en marcha de políticas que garanticen la existencia de servicios sociales, un adecuado desarrollo de las nuevas tecnologías, que promuevan la igualdad de oportunidades, que generen empleo de calidad, que garanticen la corresponsabilidad en la vida profesional y familiar y que fomenten la incorporación de mujeres y jóvenes al mercado laboral.
Las mujeres rurales ya están demostrando su valía. A nivel europeo, las mujeres constituyen un tercio de la fuerza del trabajo que abre una empresa en la Unión Europea. En España, en los nueve primeros meses del 2018, las mujeres representaron el 45% de los nuevos autónomos que cotizan al RETA.
Por tanto, superemos entre todos los obstáculos, demos oportunidades a todas las mujeres que quieran formar parte del engranaje que compone el medio rural, démosles las herramientas necesarias, y aprovechemos su talento para encontrar oportunidades en aquellas actividades que vertebran y dan vida a nuestro medio rural.
Sin olvidar, otros factores de vital importancia para garantizar la supervivencia de nuestros territorios, como es el grave problema de despoblación que amenaza al ámbito rural, donde la población ha descendido en 45.000 habitantes anuales.
De los más de 8.000 municipios españoles, más del 60% se encuentran gravemente amenazados por la extinción demográfica. No solo pierden habitantes, sino que registran bajas tasas de natalidad desde hace incluso décadas. Desde AMFAR hacemos hincapié en que la mejor solución para paliar esta situación es centrar la atención en el protagonismo de los jóvenes, las mujeres y el emprendimiento.
Ya sabemos que un pueblo sin mujeres se muere, y hemos de aplicar las fórmulas para que la población femenina quiera quedarse a vivir en el medio rural.
Desterremos aquellas medidas como la subida de la cuota de autónomos o del diésel que atacan duramente a la economía rural, a agricultores, ganaderos y emprendedores rurales. Estas decisiones, lejos de frenar la despoblación, van a suponer más paro, menos mujeres y jóvenes en la actividad agraria, menos autónomos y mayor despoblamiento, y que por tanto, es necesario reconducir esta situación.
Dejemos de castigar a aquellas personas valientes que deciden emprender un negocio, y especialmente si éste se pone en marcha en el medio rural. Debemos premiar su coraje y allanarles el camino, de lo contrario, estaremos poniendo en duda el futuro de muchos de nuestros territorios.