Cada 15 de octubre, AMFAR (Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural), aprovecha esta fecha para reivindicar las necesidades que demandan las mujeres rurales españolas.
Un colectivo de casi 6 millones de mujeres, que son el alma máter de nuestros pueblos y municipios.
Solo ellas pueden frenar el despoblamiento que sufren las zonas rurales, hacer frente a la masculinización y al envejecimiento de nuestra población rural.
Las mujeres y los jóvenes son los que tienen la capacidad de diversificar la economía rural, de generar empleo y así fijar la población en nuestros pueblos.
Las mujeres rurales, que representan la tercera parte de la sociedad española femenina, han dado un paso hacia delante poniéndose al frente de numerosas iniciativas empresariales.
Ellas están siendo las principales artífices de activar el desarrollo rural sostenible a través del emprendimiento. Y las cifras así lo constatan: 370.000 mujeres autónomas y emprendedoras desarrollan su actividad en el medio rural español.
Todo un despliegue de sabiduría, talento, coraje y valentía que nos está permitiendo gozar de un medio rural vivo, con empleo y con futuro.
Desde AMFAR defendemos los derechos de las mujeres rurales españolas, con programas que mejoren su formación para poder acceder al mercado laboral en condiciones de igualdad, impulsando el emprendimiento y el autoempleo de las propias mujeres y mejorando su preparación para que puedan participar en cualquier esfera de la vida socioeconómica.
Medidas que son necesarias para conseguir una igualdad real de oportunidades y para hacer ver a la sociedad que las mujeres son la pieza clave para la supervivencia del medio rural y que deben ser ellas, las protagonistas del desarrollo.
Cada vez son más las mujeres que apuestan por abrir un negocio en el medio rural. En concreto, el 54% de las personas que deciden emprender en municipios de menos de 5.000 habitantes, son mujeres, frente a un 46% de hombres.
Una estadística alentadora, sobre todo si la comparamos con el emprendimiento en las ciudades, donde el porcentaje de mujeres emprendedoras desciende hasta el 30% frente al 70% de hombres.
Sin embargo, debemos seguir trabajando para que la presencia de las mujeres rurales en los órganos directivos alcance mayores cotas de participación, para romper la discriminación de una brecha salarial que ronda el 24% y para acabar definitivamente con la violencia de género que sigue siendo alarmante en el medio rural.
La implicación de las mujeres es vital para conseguir un mundo rural activo, dinámico y con capacidad de generar empleo y fijar población como lo es también el compromiso efectivo de las instituciones, del mundo empresarial, de los hombres y de toda la sociedad en su conjunto. Sumemos esfuerzos, por la merecida igualdad de oportunidades de las mujeres rurales.