La Comisión Europea presentó la semana pasada su propuesta de la reforma de la PAC de cara a 2020 con un claro olvido: sin una sola mención al papel de las mujeres rurales. El documento de 30 páginas titulado ‘El futuro de los alimentos y de la agricultura’ analiza la realidad del medio rural y del sector agropecuario y plantea medidas para abordar problemas estructurales, como la falta de relevo generacional, las oportunidades de empleo, la dotación de servicios o la necesidad de potenciar la incorporación de jóvenes al campo.

«Ni una sola línea del documento aborda la situación de un colectivo tan importante para el futuro de la agricultura y de las zonas rurales como el de las mujeres, ni esboza la urgencia de desarrollar planes de igualdad que faciliten el desarrollo personal y profesional de las mujeres rurales, una necesidad conocida por la UE y que redundaría en un mundo rural más joven, más formado, responsable con el medioambiente y con más oportunidades de futuro», según denuncian la eurodiputada de Podemos, Estefanía Torres, y la secretaria de de Feminismos Interseccional y LGTBI, Sofía Castañón.

En este sentido, consideran que, el olvido a cualquier referencia de género en su esperado documento sobre la reforma de la PAC, la Comisión Europea «ha ahondado en la invisibilización de las mujeres rurales; negando por un lado la situación de desigualdad que sufren y, por otro, la importancia de su papel productivo, social, cultural y medioambiental. El sector agropecuario europeo está tremendamente masculinizado en la toma de decisiones, pero no en el trabajo del día a día en el campo. Es responsabilidad de las Administraciones fomentar una participación equitativa en un medio rural más democrático y no perpetuar las desigualdades. No podemos olvidar que las mujeres rurales desarrollan una actividad fundamental para mantener con vida el mundo rural y que no puede ser obviado: el papel de los cuidados; que incluye el cuidado de la familia, de la comunidad y del medio ambiente».

Las mujeres trabajan en las explotaciones agrarias, pero la mayoría de las veces sin recibir salario ni cotizar por el desempeño de su actividad

La eurodiputada de Podemos Estefanía Torres considera que «el objetivo de la Comisión Europea, tal como ha reconocido Phil Hogan, es simplificar la burocracia y adaptar la PAC a los nuevos tratados comerciales, como el TTIP, el CETA o el nuevo acuerdo con Mercosur. La UE camina en la profundización de la economía de mercado. Y esta, como dijo la activista hondureña Berta Cáceres, es contraria a la vida, al medio ambiente y a las mujeres. Por eso es lógico que el documento presentado por la Comisión no hable de igualdad, ni de derechos campesinos, ni de soberanía alimentaria, ni de la crisis del sistema agroalimentario mundial. Más bien al contrario, incide en la necesidad del crecimiento del comercio internacional de alimentos, un modelo basado en los combustibles fósiles y que hace que los alimentos viajen entre 5.000 y 10.000 kilómetros y sean uno de los mayores causantes del cambio climático».

«Frente al modelo agroalimentario que promueve la Comisión Europea, basado en en crecimiento y en ‘mantener la orientación al mercado’, nosotras proponemos un modelo agroalimentario basado en el cuidado de la tierra, en la salud y la seguridad alimentarias y, sobre todo, orientado a conseguir una vida digna para las mujeres y hombres que viven en mundo rural y que producen los alimentos. No queremos sub-programas temáticos dedicados a la mujeres en la PAC, queremos una PAC que incorpore los fundamentos de la economía feminista para poder garantizar un futuro», añade Torres.

«La Política Agraria Común ha dado históricamente la espalda al papel crucial de las mujeres. Es hora de que la Comisión Europea se ponga las gafas violetas porque ellas son las que sostuvieron y sostienen el mundo rural. Las que trabajaron más duro, nos alimentaron, cuidaron de todo, y de todos. Ellas, las que jamás tuvieron tiempo para sí mismas, son las grandes olvidadas», afirma la diputada y secretaria de Feminismos Interseccional y LGTBI, Sofía Catañón.

Dentro de este olvido de la PAC, cabe destacar que en España, menos del 9% de las explotaciones están dirigidas por mujeres y éstas son más pequeñas que las dirigidas por los hombres. El 82% de ellas realizan lo que las Administraciones consideran de manera poco apropiada «ayuda familiar», es decir trabajan en las explotaciones agrarias, pero la mayoría de las veces sin recibir salario ni cotizar por el desempeño de su actividad. Es por ello que no se las considera ni estadística, ni social, ni políticamente. Las mujeres rurales dedican de media diariamente 5 horas a actividades fuera del hogar y 8 a las tareas domésticas. Es cierto que la doble jornada no es una circunstancia específica del trabajo femenino agrario, sin embargo, el trabajo que realizan fuera del hogar las mujeres asalariadas o empresarias tiene una remuneración económica y un reconocimiento social distintos a lo doméstico, mientras que en el caso de las mujeres agricultoras, su trabajo agrario se ningunea al ser considerado parte del trabajo doméstico y, por tanto, no productivo ni remunerado.

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