Lactalis sigue acumulando más noticias, y no precisamente de las buenas. Esta vez por declaraciones del propio presidente del grupo lácteo francés Lactalis, Emmanuel Besnier, que en el foco de un escándalo por la comercialización el año pasado de leche infantil contaminada con salmonela, no descarta que bebés hayan consumido productos infectados desde 2005.
En una entrevista que publica el diario ‘Les Echos’, el responsable de la empresa aseguró que en ese año se detectó un caso de salmonela en la torre de secado de la planta de Craon, en el noroeste de Francia, donde volvió a reproducirse en 2017.
Según su relato, unas obras en el suelo y los muros de esa torre liberaron la bacteria que se diseminó por la planta y contaminó equipamientos móviles que servían para producir pequeñas series de leche infantil.
Lactalis cerrará la torre de secado contaminada «por temor a una recaída dadas las alertas de 2005 y 2017»
Agregó que la bacteria detectada en la actualidad «es la misma» que la de 2005, cuando Lactalis no era propietaria de la planta de Craon.
Besnier indicó que desconocían ese episodio de 2005 hasta que abrieron una investigación después de haber recibido las primeras denuncias en agosto pasado.
Por ello, no descartó que la bacteria estuviera diseminada por la planta desde 2005 y aseguró que «no se puede excluir que bebés hayan consumido leche contaminada» desde ese año.
El presidente de Lactalis indicó que los controles sanitarios de sus productos estaban en manos de «un grupo externo de referencia» pero se preguntó sobre la fiabilidad de los mismos.
«Nos cuesta mucho entender cómo 16.000 análisis hechos en 2017 no detectaron nada. Dudamos de la sensibilidad de esos test. No es posible que no hubiera ningún positivo», dijo.
Señaló que Lactalis cerrará la torre de secado contaminada «por temor a una recaída dadas las alertas de 2005 y 2017», y señaló que reforzarán los programas de control de la leche infantil.
Besnier afirmó que la empresa perderá «varios cientos de millones de euros» por este caso y mostró su temor por perder las licencias de exportación de forma temporal.
Reconoció que «una parte importante» de la leche sospechosa en este episodio de 2017 «ha sido consumida» porque el producto recuperado es menos del 50 % del presuntamente afectado.