El presidente de Francia, Emmanuel Macron, fue recibido este sábado 24 con pitidos en su primera visita como mandatario al Salón de la Agricultura de París, un encuentro ineludible de todo jefe de Estado y que sirve de termómetro del descontento del sector agrícola.

El año pasado, cuando todavía era candidato, recibió el impacto de un huevo en la frente, y en esta ocasión ya había advertido de que le daba «totalmente» igual el ambiente que se encontrara en su recorrido durante la inauguración.

En un intento por calmar los ánimos de ese colectivo, Macron convocó este jueves en el Palacio del Elíseo a cientos de agricultores y les aseguró que el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur será bueno para la economía del país y que Francia mantendrá sus «líneas rojas» en la negociación.

Ese pacto podría hacer desaparecer entre 20.000 y 25.000 explotaciones agrícolas en Francia

En concreto, la limitación de las importaciones de carne fresca exentas de aranceles, el rechazo a la producción procedente de «granjas intensivas» y el establecimiento de un mecanismo de salvaguarda para poder reaccionar en caso de desestabilización del mercado.

«Fue un golpe de comunicación. Recibió a la gente, pero no escuchó a nadie», dijo en su crónica sobre el Salón de la Agricultura en la cadena «BFM TV» Thibault Guybert, uno de los que participaron en la protesta de esta mañana.

La Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrícolas (FNSEA), la principal organización profesional del país, señaló esta semana que ese pacto podría hacer desaparecer entre 20.000 y 25.000 explotaciones agrícolas en Francia.

A los agricultores, que en esta feria ven garantizado un acceso casi directo al presidente, les preocupa tanto el impacto de ese futuro acuerdo como la revisión del mapa de zonas agrícolas desfavorecidas, que podría sacar a 1.380 municipios de ese dispositivo que les posibilita recibir una indemnización.

Una encuesta publicada este viernes por el instituto demoscópico Odoxa señaló que dos de cada tres franceses (65 %) no confían en que Macron pueda llevar a cabo una buena política agrícola, y otro 66 % no cree que pueda permitirles vivir dignamente de su trabajo.

Macron no ha podido quitarse todavía la etiqueta de «presidente de las ciudades» que le persigue desde su llegada al poder, y con esta visita a la feria, en la que prevé pasar unas doce horas, intentaba revertir esa imagen.

El jefe de Estado comenzó el recorrido por el Salón de la Agricultura con un desayuno con las organizaciones sindicales y lo prosiguió con su paso por alguno de los expositores.

En este mismo Salón de la Agricultura, cuya 55 edición concluye el 4 de marzo, el expresidente conservador Nicolas Sarkozy le espetó en 2008 un «lárgate, pobre gilipollas» a un hombre que le increpó y que no le quiso dar la mano delante de las cámaras.

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