Un grupo de investigación del departamento de Química Analítica de la Universidad de Cádiz ha desarrollado un método que detecta de manera rápida, con un 100 de fiabilidad y sencilla la adulteración de la miel, uno de los diez alimentos del mercado que más sufren estas alteraciones, pese a que los envasadores lo niegan.

La Fundación Descubre ha difundido este lunes 17 los resultados de esta técnica no destructiva que determina los componentes y cantidades que se añaden a la miel y que obtiene «un 100 % de fiabilidad en la detección de aditivos foráneos» en las mieles.

El estudio, publicado en la revista Talanta, supera así los actuales métodos de análisis para detectar la presencia de azúcares externos que «son limitados» ya que «el producto modificado puede mostrar propiedades físico-químicas muy similares a la miel no adulterada».

La metodología es similar a la que había sido validada con éxito por el grupo de investigación con muestras de aceite

«Era necesario desarrollar un método analítico seguro para garantizar la autenticidad alimentaria», ha explicado la investigadora de la Universidad de Cádiz, Marta Ferreiro, una de las autoras del artículo.

La metodología es similar a la que había sido validada con éxito por el grupo de investigación con muestras de aceite, y ha sido adaptada a otro producto «que encontramos con demasiada frecuencia adulterado en los supermercados» como es la miel, según la investigadora.

Los investigadores se han centrado en el análisis de miel con denominación de origen protegida de Granada por su pureza desde la recolección y que los propios fabricantes han adulterado a distintos niveles con edulcorantes artificiales comúnmente utilizados.

«Aunque la normativa impide la adición de cualquier sustancia a este producto, los estantes están llenos de marcas que incluyen jarabes, siropes, almidón o que no tienen correctamente etiquetado el origen de obtención y envasado», explica el estudio.

A través de una espectroscopía infrarroja, una técnica común en análisis de alimentos que permite detectar grupos de moléculas, y la quimiometría, que unifica matemáticas, estadística y química, los investigadores han logrado averiguar tanto las cantidades como las sustancias que han sido añadidas posteriormente al producto.

El modelo reduce los tiempos de análisis e incrementa la fiabilidad. Además la técnica tiene una versión portátil, por lo que los análisis pueden realizarse in situ, sin necesidad llevar muestras al laboratorio.

El grupo de investigación trata ahora de desarrollar nuevas técnicas para la detección de sustancias en diversos entornos, no sólo en el agroalimentario.

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