El próximo domingo 5 de febrero ha sido convocada una manifestación contra la caza, en varias comunidades autónomas desde más de 20 ciudades. Esta manifestación es convocada por una parte del movimiento ecologista, IU y EQUO, y cuenta ya con el apoyo explícito en redes sociales de  varios círculos sectoriales y territoriales de Podemos.

Como ya hemos señalado en otras ocasiones,  hay algunos temas sensibles en el mundo rural y en su identidad cultural que chocan con estas demandas ambientalistas que son consideradas como “urbanas”  y desconocedoras de la realidad del campo. Generalizar es injusto y no puede ser el punto de partida para abordar ninguna problemática. Por ello desde el Area de Mundo Rural y Marino creemos necesario tomar iniciativas para matizar  los debates y poder avanzar en puntos de encuentro constructivos. En esta ocasión se trata del tema  de la caza, y que en esta ocasión se dirige concretamente a la prohibición de caza con galgos y contra el maltrato animal.

De entrada y ante la manifestación del 5 de febrero es necesario expresar que compartimos desde el Area de Mundo Rural y Marino su preocupación por el bienestar animal: Una sociedad democrática avanzada tiene que promover entre sus valores ético-políticos un marco de acuerdo social y normativo para evitar y mitigar el maltrato y sufrimiento innecesarios de los animales, con regulaciones y recursos adecuados y suficientes por parte de las administraciones públicas. Los derechos de los animales son considerados como una parte de este pacto y lo compartimos.

Pero también es necesario dejar claro que el bienestar animal se convierte en un elemento controvertido si adopta un marco prohibicionista y abiertamente confrontativo (#NoalaCaza) y sin matices en su ataque a una actividad extendida y socialmente relevante, con un importante arraigo asociativo y cultural en el mundo rural de todos nuestros territorios.

Consideramos igualmente importante no perder de vista que la actividad cinegética, practicada de manera responsable y controlada, constituye un importante medio de gestión de la sobrepoblación de fauna salvaje (que en muchas comarcas españolas es responsable de más de la mitad de accidentes de tráfico y de la trasmisión de enfermedades zoonóticas a las cabañas ganaderas). Pero al mismo tiempo es cierto, que determinada actividad cinegética ha comenzado a tratar a la fauna como ganado por lo que su incremento en cantidad  genera los problemas derivados del equilibrio ecológico. En este contexto la sobrepoblación de ciertas especies de fauna como el conejo o el jabalí, o el mismo corzo causan daños constantes a la actividad agrícola y no podemos olvidar que la gestión a través de la caza es un camino que es adecuado si se hace con responsabilidad y con criterio.

A pesar del eslogan de la manifestación convocada para el domingo, por el contenido y los mensajes claves, su reivindicación se centra en la utilización de perros de caza, tanto de galgos como de otras razas. En lo que respecta al uso de perros de caza cabe señalar  que constituye en primer lugar, una necesidad de la actividad, además de una tradición cultural deportiva. NO podemos pensar sin más y menos decir que las personas propietarias de perros de caza no aprecian y cuidan a sus animales, al igual que lo hacen la mayoría de las personas que tienen mascotas. Sin duda es necesario seguir concienciando sobre la necesidad del cuidado a los animales, y desde luego, puede regularse mejor y controlarse más, por ejemplo, extendiendo el sistema de registro a través de un banco de ADN ya utilizado por algunas federaciones de cazadores e intensificando la revisión periódica de perros por parte de las autoridades competentes para confirmar que se cumplen condiciones mínimas de bienestar

Es importante señalar que el abandono de animales, ya sean perros, gatos o especies exóticas, es un problema grave que se produce tanto en las ciudades como en las zonas rurales. Señalar tan rotundamente a una actividad concreta ligada a la cultura rural como causa mayor de un problema estructural es injusto, construye prejuicios sobre la población rural (insensibles, atrasados y violentos), que no tienen sentido y eclipsa la verdadera dimensión del conflicto. El análisis de los  datos de abandono, no permite acusar exclusivamente al campo y la caza el maltrato animal, sino que se puede constatar que por razas, el abandono afecta más a razas domésticas urbanas, que a perros de caza y por territorios/población está equilibrado (en buena medida porque muchos abandonos urbanos terminan colocándose en el campo)

Estamos convencidos que es una actividad que la inmensa mayoría de los cazadores la practican de manera regulada, dentro de la legalidad y del sentido común.  Es por tanto demagógico e injusto presentar como generalizados tanto los delitos de maltrato a la fauna salvaje, como hacia los propios perros de caza, cuando  estas situaciones son claramente minoritarias y los casos son cada vez más denunciados.

En última instancia, apuntamos que se requiere un debate sosegado y con datos para contener excesos demagógicos para repensar un marco regulatorio sobre el que gravitan pesados intereses económicos (cotos privados, PAC, Federaciones de Caza) y que no ha logrado aportar ni las normas adecuadas ni los recursos necesarios para intervenir un espacio amplio en el que tienen que convivir tantas actividades humanas de vital importancia tanto para las ciudades como el propio mundo rural.

Firmado por Ariel Jerez. Responsable Medio Rural y Marino. Consejo Ciudadano Estatal de Podemos

Jorge Acero. Responsable Medio Rural. Consejo Ciudadano Autonómico de Castilla La Mancha

Juan Manuel González. Responsable Medio Ambiente. Consejo Ciudadano de Cantabria

Diego Cañamero. Diputado en el Congreso por Jaén

Irene de Miguel. Diputada en la Asamblea de Extremadura

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