El sector del porcino ibérico, tras un periodo de aparente calma, vuelve a la palestra por las viciadas políticas ganaderas y productivas que diseña y aplica discrecionalmente el Ministerio de Agricultura y que siguen provocando no solo malestar, sino la alarma. La última asociación en dar el aviso ha sido la Asociación Nacional de la Industria Cárnica de España (ANICE) que, en una de las últimas circulares informativas internas enviadas a sus afiliados, advierte del riesgo de una inminente burbuja en este sector por el descontrolado crecimiento del censo de madres reproductoras que en los últimos meses se están matriculando en el Libro Genealógico de la raza porcina ibérica.

Según revela la nota informativa, ANICE muestra una gran “preocupación por el crecimiento del censo de las reproductoras en los últimos seis meses, periodo en el que la cantidad de hembras inscritas en el Libro Genealógico de la raza ibérica ha sufrido un incremento de más de 18.000 ejemplares, hasta alcanzar la cifra de 381.839 madres inventariadas a finales del mes de septiembre del año en curso”.

Se podría llegar a producir 5 millones de cabezas, una cantidad que supera ampliamente lo que se estima que puede absorber el mercado español

Para ANICE, el riesgo de esa posible burbuja viene determinado por la millonaria cantidad de animales que se podrían presentar en los mataderos españoles durante el próximo año 2018.

A la vista de este pujante auge reproductor, la Asociación Nacional de la Industria Cárnica de España, anticipa que “la producción de la cabaña ganadera de cerdos ibéricos para su sacrificio, durante dicho periodo, podría superar las 5.000.000 de cabezas”. Y alerta del peligro que ello conlleva, pues subraya textualmente que “se trata de una cantidad que supera ampliamente la cifra que se estima que puede absorber el mercado español, que estaría en torno a los 3.500.000 de animales”.

De igual modo, ANICE relaciona en dicho comunicado la cantidad de animales sacrificados durante el ejercicio 2016, último censado y divulgado hasta la fecha. El número de animales presentado en los mataderos de toda España, ascendió a 3.456.358 millones de individuos. Cifras que contradicen las publicadas oficialmente por el Ministerio de Tejerina, que rebajan los sacrificios declarados por ANICE en 324.479 cochinos, hasta situarlos finalmente en 3.131.879 millones de ejemplares.

Todo hace indicar que, del pesimismo, desplegado hasta hace bien pocas fechas por el sector, se ha pasado a una exagerada euforia por la mejora coyuntural del consumo, furor que ahora pretende rebajar la Asociación Nacional de la Industria Cárnica de España con su advertencia de esa posible burbuja que, como siempre, no afectaría solo al sector del ibérico, sino indirectamente al de toda la carne.

La situación por la que atraviesa el sector, y preocupa sobremanera a ANICE, tiene su punto de partida en el año 2014. En enero de ese año el Gobierno de Mariano Rajoy aprobó –a propuesta del Ministerio de Agricultura– una nueva Norma de Calidad para las producciones del cerdo de la raza ibérica, que figura encuadrada en el R.D. 4/2014.

Un Libro Genealógico en cuestión, con cientos de miles de reproductoras que no son de la raza ibérica

Entre las novedades que articula la remozada reglamentación sectorial, –y proclama de manera grandilocuente el Ministerio de Tejerina en el preámbulo de la citada reglamentación–, sobresale la obligatoriedad de inscribir a todos los ejemplares reproductores en el Libro Genealógico, “para mejorar la pureza racial de los animales que se comercializan bajo la Norma de Calidad, pues la utilización de reproductores no inscritos en el Libro Genealógico de la raza porcina ibérica en cruces con otras razas, puede llegar a poner en peligro el patrimonio genético que representa el cerdo ibérico”.

Libro Genealógico que gestiona desde hace tres décadas la Asociación Española de Criadores de Cerdo Ibérico, Aeceriber, por expresa delegación del Ministerio de Agricultura.

A punto de cumplirse los cuatro años de andadura de la reformada reglamentación sectorial, el Ministerio de Tejerina ha logrado lo más difícil, que el sector siga desangrándose por los mismos y consabidos males e, incluso, algo más complicado, agravarlos en la medida de lo posible.

Por un lado, ha conseguido que los porcentajes de sacrificios de los cerdos ibéricos puros sigan manteniendo la misma proporción de desigualdad, al situarlos por debajo del 10% anual y en beneficio del restante 90% de cochinos cruzados artificiosamente catalogados como ibéricos, que se continúe consistiendo la alimentación de cientos de miles de animales con pienso y posteriormente sean clasificados  falsamente con la designación comercial de calidad bellota, que los cochinos estabulados y cebados con pienso se sigan sacrificando, en muchos casos, sin cumplir los 10 meses de vida que estipula la Ley, y que las cifras de madres reproductoras inscritas en la sección aneja/auxiliar del Libro Genealógico –ese periférico registro, creado en el año 2008, y en el que Aeceriber ha reconocido que todos los animales allí registrados no pertenecen a la raza ibérica– hayan pasado de 87.579 a comienzos del año 2014 hasta las actuales 431.427 que registra la copia divulgada por la propia web ministerial a finales del 2016 y que dista mucho de las 381.839 publicadas por ANICE a finales del mes de septiembre de este 2017.

Recurrentemente, la Secretaria General Técnica de Aeceriber, Elena Diéguez, construye un cavilado y falseado discurso para escudarse en que las hembras que se incorporan por millares cada año a la sección aneja/auxiliar del Libro Genealógico sin disponer de progenitores conocidos, “no pueden ser sometidas a los clarificadores controles de ADN para comprobar su pureza genética, porqué la normativa no los contempla, con lo cual Aeceriber no tiene potestad para realizarlos y únicamente puede someter a los animales a los aprobados controles visuales”.

Afirmación que el propio Ministerio de Agricultura se encarga de poner en entredicho, ya que el protocolo administrativo de actuación –promovido por Aeceriber y coreografiado por Agricultura– para calificar e inscribir los reproductores en el Libro Genealógico de la raza, puntualiza que “en caso de discrepancias entre el técnico calificador y el ganadero sobre la calificación visual de un animal, podrán tomarse muestras de sangre por triplicado (una para Aeceriber, otra para el ganadero y una tercera dirimente) para su envío a un laboratorio oficial, con objeto de realizar un análisis de pureza racial del ADN, mediante técnicas de genética molecular.

Así las cosas, desde la Administración Central se vuelve a tirar por tierra las tesis argumentales de Elena Diéguez y su asociación, ya que el protocolo administrativo acondicionado recientemente por Agricultura para las sociedades de inspección –que tienen entre sus cometidos la obligación de verificar el porcentaje de la raza ibérica de los animales híbridos– indica que “la solicitud de identificación y registro de reproductores machos de 50% raza ibérica, (o lo que es lo mismo un semental cruzado) que se utilizaran en los cruces reproductivos para poder procrear animales del 75% raza ibérica, conlleva implícito la toma de muestra de sangre, para el contraste genético a realizar por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) o por otro laboratorio autorizado por las autoridades competentes, para realizar este tipo de análisis”.

Nuevo Reglamento del Libro Genealógico para dimensionar aún más la contaminación genética

“Lo inaceptable e irritante es que Aeceriber nos haga pasar por imbéciles y nos quiera hacer creer que los controles de la pureza racial de toda la cabaña ibérica, no se pueden llevar a cabo al no estar legislados en la normativa sectorial, cuando la realidad destapa que mediante un simple acto administrativo promulgado por Agricultura se está habilitando y exigiendo los citados análisis genéticos para inscribir y posteriormente controlar a todos los reproductores de cruce de 50% ibérico, y en cambio se desestime su implantación para la contaminada raza ibérica apuntada en el Libro que maneja Aeceriber”, relatan a agroinformación.com, fuentes del sector tradicional que se dedican a la cría y cebo de la variante genéticamente pura y que prefieren permanecer en el anonimato pero que no ocultan su enfado por cómo van las cosas y el riesgo a esa burbuja augurada por ANICE.

El fervor proteccionista esgrimido por Aeceriber con el batallón de las falsas hembras ibéricas, tiene su punto culminante en la reformada reglamentación del Libro Genealógico, planteada por la cúpula de la referida Asociación y aprobada en marzo de 2016 por el Director General de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio de Agricultura, Fernando Miranda.

La nueva disposición normativa, refrendada por el BOE, permite oficializar como ibéricos puros de pleno derecho, “a todos aquellos reproductores de ambos sexos que tengan al menos dos generaciones completas de ascendientes (padres y abuelos paternos y maternos) inscritas en el libro genealógico de la raza ibérica”.

Los mismos ganaderos contactados por esta redacción, explican con gran indignación que “mediante este esperpéntico y censurable beneplácito ministerial, –muñido y fraguado a medida, para abortar la recuperación de la autóctona raza pura, por quienes deberían ser sus primeros defensores–, se regulariza la futura transferencia y propagación de material genético de otras razas porcinas a la piara de reproductores, que año tras año engrosarán por miles la sección principal del Libro Genealógico como falsos ibéricos de pura raza, puesto que la mayoría serán portadores de cargas genéticas de una abuela materna, –como hembra reproductora base o primaria–, que fue apuntada en el Libro Genealógico de la raza sin disponer del 100% de pureza genética ibérica, sin parentesco conocido y sin haber sido sometida a pruebas de genética molecular (análisis del ADN)”.

×