El Barómetro del Clima de Confianza del sector agroalimentario desarrollado por el MAPA ha efectuado entrevistas a los principales agentes de la cadena agroalimentaria -productores, industria, distribuidores y consumidores- y concluye que “7 de cada 10 consumidores se fija en el origen de los alimentos. Por sexo, las mujeres se fijan más que los hombres. Los alimentos en los que más buscan que el origen sea español son los productos frescos: pescados, frutas, verduras y carnes principalmente”.  Específicamente en las encuestas dirigidas a los consumidores, la inmensa mayoría vinculan la mención del país de origen a la calidad del alimento.

En base a lo anterior, el Ministerio está preparando un Real Decreto para ampliar dos años más, hasta el 22 de enero de 2023 la obligatoriedad de indicar el origen de la leche utilizada como ingrediente en el etiquetado de la leche y los productos lácteos elaborados en España y que se comercializan en el territorio español. Esta obligación entró en vigor el 22 de enero de 2019, y el periodo de aplicación del mismo debía concluir el 22 de enero de 2021.

Para COAG Castilla y León esta ampliación es positiva, pero considera que se debe implementar con carácter definitivo y ampliarse a todos los alimentos, indicando igualmente el porcentaje por origen cuando se trate de mezclas. Un etiquetado claro permitirá al consumidor poder elegir libremente.

Por tanto, siendo el origen del alimento uno de los principales criterios que determinan la elección de compra, se abre un mundo muy interesante al comercio de proximidad que está basado precisamente en conocer la procedencia de los productos y beneficiarse el consumidor y el entorno de sus cualidades. COAG Castilla y  León ha promovido siempre esta fórmula de comercialización a través de los denominados “Canales cortos de comercialización de alimentos”, esto es, cualquier modelo donde sólo existe un único intermediario como máximo entre el productor y el consumidor. O de venta directa, operación en la que no hay intermediarios.

COAG Castilla y  León ha promovido esta fórmula porque está llena de ventajas para el consumidor, el productor, el medio ambiente y el medio rural. En concreto: mejora la calidad del alimento, al reducir los tiempos entre la recolección y el consumo, recolección que será realizada en un momento más óptimo de madurez; supone menores gastos en transporte y disminución de emisiones de CO2; conserva y aumenta la agrobiodiversidad; implica un gran ahorro de envases y embalajes (sobre todo en frescos); refuerza las redes sociales, la promoción del voluntariado y la concienciación sobre la situación del sector; permite la puesta en marcha de otras iniciativas sociales en pro de la mejora y desarrollo de la comunidad.

El consumidor tiene el poder de transformar nuestro modelo de producción de alimentos, de preservar el empleo y la riqueza en nuestro medio rural más cercano, de cuidar el planeta… Para un consumidor bien informado y concienciado, llenar la cesta de la compra implica un verdadero acto político, una herramienta de transformación de la sociedad.

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